miércoles, 6 de mayo de 2015

Barracas suma a su potencial más comercios y mucha cultura

Quien estuvo en Buenos Aires y no se ha dado una vuelta por este barrio famoso se ha perdido de observar muchos de los emblemas que tienen que ver con aspectos muy tradicionales.


El barrio porteño de Barracas se recicla sin perder su esencia, pone en valor sus calles y pasajes, pero conserva sus bares notables y sus construcciones del siglo XVIII, además de preservar su espíritu tanguero, que sobrevive reflejado en auténticas milongas.

Por su parte, el edificio Central Park y el Centro Metropolitano de Diseño le aportan un perfil de modernidad a un barrio que se puede recorrer a pie, en bus turístico o en bicicleta.

Desde su nombre a los galpones que se fueron construyendo a fines del siglo XVIII a orillas del Riachuelo, para almacenar cueros, cereales, maderas, carnes saladas y lanas, productos que arribaban o salían de Buenos Aires.

Barracas limita con La Boca, San Telmo, Constitución y Parque Patricios.

El puente Pueyrredón lo conecta sobre el riachuelo con la ciudad bonaerense de Avellaneda, antiguamente llamado "Barracas al Sur".

En sus inicios fue lugar de residencia de la alta sociedad porteña, como los Balcarce, Guerrero, Alzaga y Díaz Vélez, que construyeron allí sus lujosas mansiones y quintas.

Claro que a fines del siglo XIX la epidemia de fiebre amarilla provocó el éxodo de estas familias hacia la zona norte de la ciudad.

Barracas comenzó, entonces, a poblarse de obreros e inmigrantes, que, al bajar de los barcos, se fueron instalando en los caserones y edificios abandonados, con lo que comenzaron a aparecer conventillos repletos de criollos, españoles, italianos, polacos y sirios.

Actualmente, su amplia red de transportes y autopistas han convertido a Barracas en una zona de múltiples emprendimientos.

La avenida Montes de Oca, una de las principales, contiene en su primer tramo al Hospital Pedro Elizalde (ex Casa Cuna) y el Palacio Díaz Vélez, cuyo parque posee especies centenarias.

La plaza Colombia, bordeada por un gran centro comercial y delimitada por la avenida Montes de Oca y las calles Isabel la Católica, Pinzón y Brandsen (donde antaño era la quinta de los Alzaga) tiene hoy una frondosa arboleda de araucarias, tipas y plátanos, con juegos para niños, bancos y mesas con tableros de ajedrez y varias obras artísticas.

La Iglesia de Santa Felicitas, creada para honrar la memoria de Felicitas Guerrero, una de las mujeres más bellas de su tiempo, fue erigida en un estilo neorromántico por el arquitecto Ernesto Bunge, frente a la plaza Isabel la Católica. Bajo sus cimientos hay unos misteriosos túneles que los turistas pueden llegar a conocer.

Fuente: La Nueva

Link: http://www.lanueva.com/sociedad-impresa/810466/barracas-suma-a-su-potencial-mas-comercios-y-mucha-cultura.html

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