Podrán ser las formas y colores que fluyen, como brisa, como olas, como pájaros, en el “museo” a cielo abierto que Marino Santa María empezó a pintar en 2001 sobre los frentes de las casas del Pasaje Lanín. También, la fachada del monumental edificio de la ex fábrica textil Piccaluga (1920), donde los pulcros ventanales guían la mirada hasta la gran cúpula ocre y plateada. O los pálidos ángeles de la iglesia de Santa Felicitas (1875), refugio de la historia de esa joven asesinada por un hombre despechado –y refugio también de la leyenda de su fantasma–.
martes, 1 de marzo de 2016
GPS Barracas: una fábrica de recuerdos
Podrán ser las formas y colores que fluyen, como brisa, como olas, como pájaros, en el “museo” a cielo abierto que Marino Santa María empezó a pintar en 2001 sobre los frentes de las casas del Pasaje Lanín. También, la fachada del monumental edificio de la ex fábrica textil Piccaluga (1920), donde los pulcros ventanales guían la mirada hasta la gran cúpula ocre y plateada. O los pálidos ángeles de la iglesia de Santa Felicitas (1875), refugio de la historia de esa joven asesinada por un hombre despechado –y refugio también de la leyenda de su fantasma–.
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