sábado, 29 de junio de 2013

El Puentecito y sus aires de fonda


Los 140 años de historia de este bodegón de Barracas saltan a la luz en esa esquina sin ochava y locación excéntrica. En tiempos de polos gastronómicos y de apuestas sin gran riesgo, ¿a quién se le ocurriría abrir hoy un restaurante en un paraje tan desolado y fabril (sobre todo por las noches), a pasos nomás de la mancha negra del Riachuelo? El Puentecito tiene así el encanto del extrarradio, con esa esquina que casi se cae de la Capital y acaricia el conurbano. Y también de lo atemporal, de lo que no pasa de moda porque nunca lo estuvo.

Hay que tomar la decisión de ir hasta El Puentecito y hay que hacerlo por lo menos una vez en la vida. El lugar es tan porteño como la tira de asado de casi medio metro para compartir, uno de sus platos insignia. O como su suprema a la Maryland, también para compartir. De hecho, todo es para compartir: una montaña de papas fritas cortadas casi paille, banana madura empanada y frita, suprema generosa, morrón, jamón y una salsa de choclo aparte ($74). O como su flan mixto, famoso más allá de las fronteras del barrio. Cualesquiera de estos platos son una vía de entrada a la esencia de este bodegón.

El salón alargado ocupa casi media cuadra y se divide en dos espacios. Dicen que el de la izquierda está reservado para los choferes de la línea 12, cuya terminal está ubicada enfrente. La decoración es chapada a la antigua: revestimiento de madera en las paredes –repletas de fotos en sepia y viejos recortes de diarios–, sillas Thonet y la bandera gallega blanca y celeste plantada a la par de la española.

Volviendo a la carta, en días de frío, cualquiera de sus sopas ayudan a entrar en calor. Puede ser una que remita a la infancia como la de cabellos de ángel ($15) o una de batalla como la Pavesa ($20), que en un mismo pote reúne vegetales (el caldo), proteínas (un huevo poché) e hidratos (trozos de pan con salsa de tomate).

Hasta 2010, El Puentecito mantuvo la costumbre de estar abierto las 24 horas. El full-time ya no corre más, y son muchos los que aún lo lamentan, pero por suerte el horario sigue siendo bastante amplio y generoso: entre las 6 y la 1 de la mañana, cualquier día de la semana, uno puede cruzar la vieja puerta para encontrar un restaurante que, en lugar de tachar días en el almanaque de su historia, tacha siglos.

El Puentecito queda en Luján y Vieytes, Barracas. Teléfono: 4301-1794. Horario de atención: todos los días, de 6 a 1.

Fuente: Pagina 12

Link: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/18-8921-2013-06-17.html

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