sábado, 8 de septiembre de 2012

Arte al Sur

De la mano del diseño, la cultura y el turismo sostenible, Barracas se transforma en un espacio por descubrir. Además, sigue con su espíritu barrial.


Supo ser un ámbito de tangueros de ley. De masculinidad y trabajo en las barracas próximas al Riachuelo, pero también residencia de familias adineradas en el siglo XIX. El devenir del tiempo y las crisis parecieron condenar a Barracas a la postergación. Hoy se encuentra en una etapa de transformación que promete convertirla en un auténtico distrito de diseño porteño, con eje en el Centro Metropolitano de Diseño (CMD). 



Pero si algo se mantuvo inalterable, es el alma de barrio. Basta sentarse a las mesas de La Flor de Barracas o Los Laureles para apreciar los códigos compartidos entre vecinos. Ambos Bares Notables poseen más de un siglo de vida, muebles y pisos antiguos, cocina casera y el encanto de la imperfección. Quinquela Martín y el Polaco Goyeneche frecuentaron La Flor, que sugerentemente se llamaba La Puñalada en épocas arrabaleras, mientras que por Los Laureles desfilaron tangueros como Eduardo Arolas, Angel Vargas y el socialista Alfredo Palacios. Allí, los viernes y sábados se viven noches de tango, que lejos del modelo for export proponen micrófono abierto y milongas que escapan de los discos de pasta.

En el proceso de reciclado de Barracas los colores toman protagonismo. El edificio Central Park, donde tiene un atelier Pérez Celis, irrumpe con su fachada policromática muy cerca de donde comenzó a crecer un polo de outlets de indumentaria. A ese complejo de oficinas y estudios se sumaron diversos murales sobre las calles Algarrobo y Villariño. Las pinturas y las intervenciones forman parte de un programa de inclusión social del CMD.

Otros imperdibles de Barracas son el pasaje Lanín, ideado por el artista plástico Marino Santa María, que exhibe 35 casas embellecidas con pinturas, venecitas y azulejos ensamblados con la técnica de trencadís; el almacén Cooperativa Iriarte Verde, especializado en alimentos libres de agrotóxicos; y la estación Hipólito Yrigoyen del ferrocarril Roca, cuya esquina fue inmortalizada en la película Sur de Pino Solanas. 

Una innovadora propuesta es la que ofrece la Red de Turismo Sostenible La Boca Barracas. Dos de sus circuitos llaman a descubrir lugares no tradicionales de Barracas, jerarquizando el intercambio cultural y contribuyendo a mejorar la vida del barrio. Para conocer las historias mínimas y cotidianas de sus actores se pueden realizar itinerarios autoguiados con información disponible en www.redbocabarracas.org.ar, coordinar salidas con guías de la propia red o mediante agencias de turismo responsable. Para un perfil más histriónico del barrio sureño, se puede optar por el ciclo gratuito “La Historia en su lugar”, del Ente de Turismo de la Ciudad de Buenos Aires. El segundo domingo de cada mes se organiza el tour “La trágica historia de las novias de Barracas”, con actores que dramatizan las desventuras de Felicitas Guerrero o de la hija del almirante Brown. Tango, diseño e historias, en una hermosa muestra de la Buenos Aires de ayer, hoy y mañana.

Fuente: Perfil

Link: http://www.perfil.com/ediciones/2012/9/edicion_708/contenidos/noticia_0044.html

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