Nosotros vivimos en un barrio muy precario de inmigrantes. Nuestra Villa 21-24 es la mayor colectividad de residentes paraguayos de la ciudad de Buenos Aires. A menudo constatamos la gran fe que profesan en Dios, la Virgen de Caacupé y en la Iglesia. Esta condición religiosa significa para nuestra ciudad y sus alrededores una nueva evangelización. Así lo hemos expresado en nuestro documento público del año 2007: “Reflexiones sobre urbanización y el respeto por la cultura villera”: “La cultura villera no es otra cosa que la rica cultura popular de nuestros pueblos latinoamericanos”.
Justamente, por este reconocimiento es que durante el mes de enero pasado hemos estado de misión en la Chacarita. Nos unen muchísimas cosas con este humilde barrio: familiares, amigos, y también la fe que hemos querido intercambiar. No hubiera sido posible si el arzobispo de Asunción y el obispo coadjutor no nos hubieran permitido llegar. Apenas pisando el barrio, nos encontramos con una magnífica recepción organizada por el padre Pablino, párroco del lugar, y toda la comunidad de Santa María Goretti. Hemos comprobado la generosa hospitalidad de un barrio pobre que nos abrió sus casas, y nos dio lo que tenían para comer. Todo organizado desde la parroquia. Estamos convencidos de que la hospitalidad es una virtud que nace del corazón cristiano. En diversas oportunidades, las Sagradas Escrituras y la tradición cristiana identifican al huésped con la visita del mismo Dios. A nosotros, también pobres, nos trataron mucho mejor de lo que esperábamos. La solidaridad aparece en la idiosincrasia del pueblo paraguayo como un elemento constitutivo. La arraigada fe católica, popular y mariana es un tesoro guardado celosamente por el alma guaraní. Los hermosos valores que encontramos nacen de esa amistad con Dios.
Estamos convencidos que resulta impensable la existencia de un cristianismo tan arraigado sin la adecuada mediación eclesiástica evangelizadora. Dicho de otro modo, la fe, la solidaridad y la hospitalidad son el fruto de un trabajo evangelizador serio y metódico conducido por la Iglesia. Nuestra parroquia se vio beneficiada de que la parroquia Santa María Goretti de la Chacarita le compartiera tan grandes dones. Los misioneros vivimos innumerables experiencias emotivas al visitar las casas, al participar de los 700 bautismos, al celebrar matrimonios, al compartir la vida diaria con los vecinos, en el festival… Esto quedó grabado en nuestros corazones. Hemos aprendido muchísimo. Esto enriquecerá nuestro trabajo misionero para este año.
Por todo esto queremos agradecer al arzobispado de Asunción, al padre Pablino y a toda su comunidad chacariteña por habernos permitido compartir la vida y la fe durante algunos días del mes de enero, y habernos enriquecido con la grandeza de la noble alma guaraní, y una vez más, volver a estrechar los lazos de las iglesias hermanas, unidos por la fe en nuestro Señor y el amor a la Virgencita de Caacupé.
Fuente: La Nacion
Link: http://www.lanacion.com.py/articulo/177046-inolvidable-mision-a-la-chacarita.html
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