Es sábado a la noche y estamos invitados a un casamiento. Ellas, emperifolladas con el mejor vestido, abundante rimel en las pestañas, tacos que hacen doler. Ellos, con el mejor traje y los zapatos lustrados. Es que Anita -porteña de sangre tana- se casa con Mirko -porteño de sangre r usa- y los invitados a la fiesta somos todos nosotros. Cualquiera de nosot r o s . Y estamos invitados a comer y a bailar y a sacarnos fotos y a hacer todo lo que se puede hacer en un casamiento.
La antesala del salón “La Taffié de tu barrio” que contrató el padre de Anita, un tano gritón y alegre, es, para el que quiera romper la ilusión, la vereda de entrada al Circuito Cultural Barracas, donde desde hace catorce años se desarrolla esta obra, actuada por vecinos de La Boca y Barracas: “El casamiento de Anita y Mirko”. Por eso, ahí, antes de entrar y de ubicarnos en la mesa que nos fue designada, la número cinco, nos cruzamos con los familiares de Anita. Su madrina nos cuenta que a las mujeres de la familia las vistió Coki, el modisto, un veterano de traje clarito, pañuelo al cuello y aires de Ante Garmaz: “Le pedí algo sobrio, viste, no quiero opacar a la novia”, muestra su vestido de seda, tipo dama antigua. Para nada discreto. Otra tía, de esas que nunca faltan en una fiesta, anuncia que no es que ella quiera criticar, no para nada, “pero los familiares de Mirko son extraños, nos miran raro, vienen de otra cultura. Aunque el chico es un amor”. Así está dado el contrapunto de esta historia: por un lado, la familia italiana, animada y dicharachera, colorinche y cariñosa; por el otro, la familia rusa, lúgubre y sobria, seria y pálida. En el medio, los enamorados, felices, Anita y Mirko y esa pregunta que sobrevuela de uno y otro lado: ¿ Qué le habrá visto ella a él? ¿Y él a ella?
No faltan las típicas situaciones de casamiento: la solterona cansada de que todos le pregunten “¿ Y vos para cuándo?”, la nona que la rompe en la pista de baile, el padre que quiere sacarle el jugo a la fiesta y la comida “por todo lo que gastó”, el tío borrachín, el cura que los casó que busca captar adeptos “para el coro de la Iglesia”. Y los rusos que no se enganchan con el baile y miran sorprendidos cómo los invitados se muevan al ritmo de “Saca la mano Antonio”. Parecen no entender nada hasta que apremiados por un oficial de migraciones no dudan en hablar perfecto castellano.
Después de tantos años con una obra que se repone temporada tras temporada “a pedido del público”, Corina Busquiazo, su directora, opina que “es una puesta que conmueve y divierte, que atrae porque hace falta el encuentro con otro, sentir que hay un espacio para compartir”. Corina, que también es la fotógrafa de la fiesta, dice que el atractivo “es que bailás y no te sentís ridículo”, porque, claro, “está todo permitido”.
Fuente: La Razon
Link: http://www.larazon.com.ar/ciudad/casamiento-especial-invitado-sos-vos_0_591600002.html
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