domingo, 18 de marzo de 2012

En Barracas, un mercado que florece

En el galpón comercial de 24.000 m2 se respira alegría, sentimiento que recorre los pasillos del Mercado de Flores de la Cooperativa Argentina de Floricultores Limitada, que tras funcionar durante décadas en Corrientes y Acuña de Figueroa, tuvo un paso fugaz por Avellaneda y regresó, renovada y ampliada, a su actual sede de Olavarría 3240, frente a la estación Buenos Aires del ferrocarril Belgrano Sur.

Hay complicidad basada en un conocimiento de años, entre los productores y los floristas, diseñadores florales y paisajistas que buscan la mejor opción en ese mundo de crisantemos, margaritas, claveles, rosas, gladiolos, nardos, lisianthus y liliums -entre muchas más- que se acumulan en grandes canastos de mimbre o se apilan en estantes.

 

A Moisés Sasson, de 84 años, que atiende la florería que lleva su apellido en Pueyrredón 823, LA NACION lo sorprende al alba (el mercado abre después de medianoche ) regateándole precios a Fernando García, empleado del floricultor Jorge Cavaco, que cultiva claveles, clavelinas, nardos y narcisos en Moreno y es uno de los 600 productores que se congregan en el mercado.

"En este momento, la mía es la florería más antigua de la Capital. La abrió mí padre, en 1910. Lamentablemente, ahora la gente prefiere comprar en los puestos callejeros y no en las florerías. Aunque seguimos vendiendo bien para el Día de la Novia, el Día de la Primavera, o Navidad", dice.

En la ciudad, según datos oficiales, están habilitadas 458 florerías y 843 puestos callejeros. En el mercado también pueden comprar los particulares, aunque hay que madrugar. La mayor variedad de flores puede encontrarse a partir de las 6 y hasta las 8.30, cuando el movimiento empieza a menguar.

Lo saben bien los mayoristas, que se dan cita allí desde las 5. René Alvarez viaja tres veces por semana desde Santa Fe, para comprar flores que luego distribuye entre 55 floristas de la capital provincial y de Entre Ríos. El suyo es un oficio familiar, característica que se reproduce entre muchos productores y distribuidores. "Empezó con esto mi viejo", recuerda Alvarez, mientras sostiene helechos, farolitos y moluchelas.

Olivia Aguilar y Liliana Mimo tienen una florería en Canning y se abastecen en Barracas. Son de las pocas nuevas en el rubro que LA NACION encuentra en el Mercado de Flores. "Abrimos el negocio hace diez meses y, para tener conocimientos sobre las flores y su mantenimiento, hice un curso acá en la cooperativa. Fue muy útil. Ahora volvemos todos los miércoles", señala Aguilar, mientras empuja un chango repleto de flores y hojas.

Américo Lopes, actual presidente de la Cooperativa Argentina de Floricultores, es otro de los vitalicios. "Estoy en esto desde la cuna. Mi papá arrancó vendiendo verduras y luego se volcó a las flores. Yo cultivo crisantemos y San Vicente [margaritas y similares] en City Bell", relata. Cada jornada, estima, salen unos 100.000 paquetes de flores.

City Bell es uno de los puntos del Cinturón Verde del conurbano, las 1300 hectáreas en las que se afincaron los floricultores y que también integran Florencio Varela, El Pato, Garín, Pilar, Escobar y José C. Paz.

Desde esta última, llega Carlos Moura, que "toda la vida" se dedicó a cultivar flores; sus fuertes son la Cresta de Gallo y la Reina Margarita. "En promedio, vendo 30 paquetes por día, aunque la cantidad se duplica para el Día de la Mujer, el Día de la Primavera o el Día de los Enamorados", detalla.

En un intento por ampliar el abanico de fechas en las que los porteños no deberían privarse de regalar una flor, Lopes explica que la cooperativa lanzará este año la semana de la flor, del 11 al 20 de diciembre, que funcionará al estilo de la ya clásica semana de la golosina, de julio.

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